Arqueóloga de profesión, escritora
y política.
septiembre 04, 2020
Todas las variables de nuestro comportamiento responden a normas sociales establecidas por la mayoría, teniendo como principio, el bienestar de sus individuos. Sin embargo, yo me inclino a pensar que el acatamiento de hábitos sociales, también nos cohesiona e identifica como sociedad o grupo humano. Ésto, no significa que no haya quienes se rebelen y rechacen su validez, asumiendo comportamientos desafiantes, ya sea individual o colectivamente.
En una publicación pasada, hice un análisis sobre aquello que, fundamentalmente, diferencia a los países del primer mundo de los países en vías de desarrollo. Mi conclusión fue, el acatamiento absoluto a la ley. En Austria, mi segunda Patria, he podido conversar sobre este tema con diferentes personas. Ellas me indicaron que desde muy niños les enseñan a cumplir y respetar las normas sin cuestionarlas, primero, porque entienden que ello -las leyes o normas- ayudan a preservar el orden y armonizan la convivencia social y, segundo, porque el no acatar la ley implica un castigo del cual nadie puede escapar. La ley es efectiva y se imparte a todos por igual, sin privilegios de ningún tipo. Esta concepción está tan arraigada entre los ciudadanos, que ellos mismos se convierten en agentes colaboradores de la ley exigiendo su cumplimiento en sus respectivos entornos.
las "Fiestas Covid" y el caso de la discoteca de Los Olivos son un claro ejemplo de desacato a la ley. Sin embargo, es importante intentar un análisis sobre las razones por las cuales, grupos de jóvenes, deciden poner en riesgo su propia vida y salud y la de sus familiares desobedeciendo, premeditadamente, las normas que justamente buscan protegerlos. Tema aparte, son aquellos que lucran con estas ilegales actividades y aquellos que, debiendo garantizar el cumplimiento de la ley, no lo hacen, ya sea por incapacidad,desidia, corrupción o todo junto.
Muchos dirán que estas fiestas son un reflejo de un bajísimo nivel de educación, carente de valores elementales para la convivencia social, pero creo que eso no es suficiente y pienso que al considerar sólo a la falta de educación de calidad como causa del problema, estamos viendo sólo la forma y no el fondo del asunto
Sin embargo, no siempre las normas o las estructuras socio-económicas pueden ser correctas o justas y van cambiando con el tiempo ajustándose a las nuevas condiciones y son los llamados "sobre-socializados" los que se inmolan y generan cambios positivos. Pero, también existen los denominados "sub-socializados", considerados psicópatas que no acatan ninguna norma social.¿ Son los asistentes a estas "fiestas covid" sub-socializados ? no, creo que la respuesta es aún más intrincada. Las llamadas "fiestas covid" no sólo constituyen un acto irresponsable de rebeldía de parte de los asistentes y de conducta delictiva, por parte de los organizadores, sino que constituyen la máxima expresión de un problema social de fondo.
Una vez más, esta pandemia evidencia grandes falencia sociales que tienen, en este caso, un origen en el seno de la familia, en la educación y en el comportamiento inoperante de un Estado ciego, sordo y mudo. Estos jóvenes tan duramente criticados con justa indignación, son también el resultado y la muestra de su propio drama, del que ellos seguramente ni siquiera son conscientes.
Una currícula escolar deficiente en contenidos a lo que se añade profesores desmotivados, preocupados más por lograr salarios dignos que en capacitarse, formarán ciudadanos carentes de valores, sin principios ni ética; sin capacidad de análisis y carentes del conocimiento necesario para poder tomar decisiones acertadas. Este perfil de ciudadanos es materia prima perfecta para ser utilizada por manipuladores o aprovechadores. Por otro lado, las miles de familias disfuncionales que viven y conviven en situaciones adversas, donde la violencia y las necesidades son el común denominador, constituyen también un importante ingrediente en el comportamiento de las generaciones jóvenes de estos estratos socio-económicos.
Finalmente, el Estado también tiene su gran cuota de responsabilidad en este problema social ya que la política y la economía afectan el proceso educativo y el bienestar de las familias. La desatención del Estado de sus obligaciones primordiales generan conflictos y frustraciones que los jóvenes pueden reclamar de diversas formas. La educación es un deber y una institución del Estado que debe formar y definir perfiles de ciudadanos cuyos esfuerzos individuales redunden en el desarrollo del país. No podemos esperar tener individuos sanos en una sociedad enferma. Esta pandemia necesita no sólo de fármacos y de una vacuna eficaz contra el C-19 sino también de la atención de una serie de conflictos y necesidades arrastrados por décadas que afectan la esencia de las personas y por ende, de la sociedad en su conjunto.
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