miércoles, 27 de agosto de 2025

EL AUMENTO DE LA VERGÜENZA: CONGRESISTAS DE LUJO EN UN PAIS EN CRISIS

En el Perú, la política se ha convertido en un espectáculo grotesco 
de desconexión con la realidad. 

POR: EDUARDO HERRERA
AYAY


 Mientras la mayoría de peruanos   sobrevive  con un sueldo mínimo de     apenas 1,130 soles, nuestros congresistas   —esos mismos que se autoproclaman   representantes del pueblo— perciben   15,600 soles mensuales. Pero parece no   ser suficiente. Ahora, con absoluta       desfachatez, pretenden triplicar su salario   a  la cifra obscena de 42,000 soles al mes.
 Sí, leyó bien: 42 mil soles mensuales. Un   aumento que insulta a cada trabajador que   se levanta de madrugada para tomar dos   micros rumbo a su trabajo, que indigna a   cada madre que hace milagros para   alimentar a sus hijos con un sueldo que no   alcanza ni para la canasta básica, y que   humilla a cada paciente que espera horas   en postas médicas y hospitales que   carecen de medicinas.
Los impulsores de esta propuesta no se esconden. Nombres como Alejandro Soto (APP), Martha Moyano (Fuerza Popular) y Wilson Soto (Acción Popular) se repiten en los pasillos del Congreso con el mismo argumento: “hay que pagar más para atraer a los mejores”. ¿Los mejores? ¿De verdad alguien cree que quienes hoy ocupan curules, muchos de ellos manchados por denuncias, escándalos de recortes de sueldos a trabajadores y blindajes vergonzosos, representan a “los mejores”?
La excusa de “combatir la corrupción con más sueldo” es una burla. La historia demuestra que quien es corrupto roba con 10 mil, con 15 mil o con 50 mil soles. La honestidad no se compra en planilla, se cultiva en la ética y el servicio. Pretender disfrazar un aumento obsceno bajo ese pretexto es un insulto a la inteligencia del ciudadano.
Pero lo más indignante es la memoria selectiva del Congreso. En el año 2018, mediante referéndum, el pueblo peruano dijo NO a la bicameralidad. La ciudadanía habló claro: no queríamos más congresistas ni más gastos. Sin embargo, el Parlamento decidió darle la espalda a ese mandato popular, forzando el retorno de un sistema que ya habíamos rechazado en las urnas. Y ahora, como si eso no bastara, buscan llenarse los bolsillos con un sueldo de élite, pagado con el hambre de millones.
El Congreso no legisla para el pueblo: legisla para sí mismo. Y este intento de aumento salarial lo confirma. Mientras los chalacos sufren extorsiones a diario, mientras los niños de la sierra mueren de anemia y mientras los hospitales siguen colapsados, nuestros “padres de la patria” solo piensan en blindarse, perpetuarse y enriquecerse.
No se trata de política, se trata de un asalto descarado al presupuesto de todos los peruanos. Un Congreso que desconoce la voz del pueblo, que ignora los resultados de un referéndum y que aun así pretende triplicar sus privilegios, es un Congreso que no merece respeto.
En el 2026, el voto popular tendrá la oportunidad de ajustar cuentas. Si hoy intentan ganar 42 mil soles, que se preparen: en las urnas, se los bajaremos a cero.


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