Según la Organización Mundial de la Salud, el VIH es el agente infeccioso más mortífero del mundo. El año pasado fallecieron 1,6 millones de personas a nivel mundial.
Se enteró que tenía el VIH cuando estaba embarazada
TESTIMONIO. Teresa cuenta que dio positivo cuando llevaba 4 meses de gestación. Ahora recomienda la prevención y eliminar mitos sobre el contagio de este virus.
Cuando se enteró de su diagnóstico tenía 26 años de edad y un embarazo de cuatro meses. Ahora Teresa tiene 35, dos hijas y lleva en la sangre el VIH.
Lo que en un inicio no entendía era en qué momento se había contagiado. Tampoco sabía si su primera hija padecía lo mismo y si a la que llevaba en el vientre le pasaría algo.
De lo único que estaba segura era que su pareja era el culpable de todo.
"Yo pensaba, por desconocimiento, que esto solo le pasaba a las trabajadoras sexuales o transexuales. Pero no. Le pasa a cualquiera. Mi propia pareja me contagió", recuerda.
El Ministerio de Salud señala que al igual que Teresa, más de 51 mil personas en el Perú están infectadas con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Este virus se controla con un estricto tratamiento de retrovirales y una vida tranquila, sin excesos.
A la complicación del VIH se le conoce como Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida). Es la fase final, que surge por pérdida de defensas en el organismo y el ataque de alguna enfermedad externa, como neumonía, TBC, entre otras. El tiempo de vida se acorta rápidamente.
En Arequipa, el área de Estrategia de VIH del hospital Honorio Delgado, atiende en promedio a 500 pacientes de todo el sur. Lady Escalante, encargada del área, señala que el Estado les brinda el tratamiento gratuito. Sin embargo, reconoce que el apoyo que tenían antes de entidades internacionales era mayor.
"Contábamos con un fondo especial que servía para capacitar, orientar y educar a los pacientes. Hoy somos un país emergente, por lo que muchas entidades creen que no necesitamos la donación".
A pesar de la falta de un apoyo íntegro que brinde ayuda psicológica, social y educativa, estas personas han sabido ayudarse mutuamente de manera exitosa. Se reúnen y enseñan a los recién diagnosticados cómo afrontar su enfermedad.
"Cuando me enteré del contagio no sabía si podía besar o abrazar a mis hijas, pero me informé y hoy vivo, dentro de todo, una vida normal".
Teresa no deja de agradecer a Dios que sus hijas no adquirieron el virus.
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